“¡Que se vayan todos al diablo!
¿Qué soy ahora? Un cero. ¿Qué puedo ser mañana? ¡Mañana puedo
resucitar de
entre los muertos, comenzar una vida nueva!”
El jugador, Fiodor
Dostoievski
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Portada de El jugador. |
Nunca una cita del propio libro
describió tan bien todo lo que se puede encontrar en la obra. El jugador es ese
vértigo que invade al humano ante las posibilidades de ganar o perder todo.
Fiodor Dostoievski es el autor de
esta magnífica obra perteneciente al realismo ruso. Aunque todo el mundo le
conoce por la novela Crimen y castigo, este es otro de sus grandes escritos.
Posee tintes autobiográficos y fue precisamente su adicción al juego lo que le
llevo a endeudarse hasta el punto de escribir el libro como pago.
El jugador fue escrito en 26 días
y se nota. Hay capítulos que sobran o se alargan demasiado. Capítulos que
pierden ese tinte adictivo que te lleva a pasar página tras página. Sin
embargo, a pesar de todo las pasas y las aguantas porque esperas y obtienes en
el resto esa indudable esencia de Dostoievski.
Y es que su estilo es
inconfundible. Encontramos personajes complicados con un montón de pliegues.
Personajes que no dirigen su vida, que no tienen ningún tipo de control sobre
ella. No utiliza un gran número de
ellos, con unos pocos se basta para convertir algo aparentemente simple en una
madeja pero que muy bien enredada. Cualquier escritor debería leerlo y estudiar
a las personas que crea a través de sus palabras.
El inglés. El papel del inglés es
otro de los elementos que muestran las prisas con las que fue creada la obra.
Este hombre carece de complejidad, no sabemos nada de él y siempre aparece para
salvar la situación o explicar algo. Es un típico ángel de la guarda al que el autor
recurre siempre que necesita soluciones.
Fiodor Dostoievski fue uno de los
principales literatos de la Rusia zarista, una Rusia despótica y aristocrática
que mandaba, engullía y despilfarraba. El jugador no se queda atrás en cuanto a
crítica dura y mordaz a esta aristocracia demasiado creída.
Una gran obra de
ritmo rápido que engancha y sorprende a cualquiera.
“¡Que se vayan todos al diablo!
¿Qué soy ahora? Un cero. ¿Qué puedo ser mañana? ¡Mañana puedo resucitar de
entre los muertos, comenzar una vida nueva!”
El jugador, Fiodor
Dostoievski