Portada del libro El Bosque Negro del autor Steve Hillard |
Rara. Tal vez esa es la palabra
que la definiría para mí. No os equivoquéis no es un rara en el mal sentido
sino en el bueno. Es una de esas pequeñas joyas extrañas, pero preciosas, que
se encuentran ocultas entre piedras. Así
fue como hallé a Steve Hillard.
La desaparición del abuelo de la
protagonista, Candence, y los crípticos manuscritos que este la deja son la
trama principal. Unos manuscritos que parecen haber pertenecido al famoso autor
de El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien. Sus palabras encierran la clave
para encontrar al que ha desaparecido pero su traducción entraña muchos riesgos
que parecen venir de otro mundo. Te lo he dicho todo y parece que no te haya
dicho nada. Ese es el juego de Hillard.
El Bosque Negro es su primera
novela. Una novela en el que los personajes están perdidos y tú con ellos. La
tónica general del libro es el equilibrio entre la información y la ignorancia.
El autor te da los suficientes datos para entender algo e ir encajando cosas,
pero te oculta lo necesario para que sientas la impotencia de saber que hay
acontecimientos que se te escapan.
La mujer toma el papel
protagonista y es la heroína de esta historia. Un hecho, que como bien nos
recuerda Steve Hillard, no sucedía en la literatura fantástica antigua. Antigua
y no tan antigua, tanto en las leyendas de antaño como los cuentos, relatos y
novelas del género fantástico de hasta hace pocos años la mujer no ha tenido
una gran presencia. Relegada a papeles secundarios sus actuaciones eran
fugaces. Hoy en día cada vez gana más terreno, llegando a los papeles
protagonistas, sobre todo en la literatura juvenil.
Si un libro tuviera una imagen la
de El Bosque Negro sería un laberinto. Un laberinto cuyas paredes encierran los
ecos del estilo de Tolkien, un estilo ha sabido captar y reinventar Hillard en
su novela. Un laberinto cuyas estatuas son personajes inesperados y sorprendentes.
Un laberinto cuyo suelo son palabras que atrapan y engullen, aunque tal vez
tengan un toque demasiado recargado.
La búsqueda de una estética
anticuada y medieval en sus palabras junto con el enrevesamiento a la hora de
exponer algunas partes de la historia a veces obligan al lector a leer algunos
párrafos más de una vez. Ambos detalles quedan empequeñecidos y olvidados por
el ritmo rápido de El Bosque Negro, por su estética, por ser un soplo de aire
fresco y por la incógnita que despierta en el lector, quien será incapaz de
descifrar lo que sucederá a continuación.
“…ver la vida de uno mismo como
una narración, tanto si se preserva como si queda totalmente olvidada con el
paso del tiempo, no es la peor de las filosofías.”
(Frase
del libro El Bosque Negro de Steve Hillard)
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