jueves, 14 de febrero de 2013

Un Soplo de Aire Fresco




Portada del libro El Bosque Negro del
autor Steve Hillard
    Rara. Tal vez esa es la palabra que la definiría para mí. No os equivoquéis no es un rara en el mal sentido sino en el bueno. Es una de esas pequeñas joyas extrañas, pero preciosas, que se encuentran  ocultas entre piedras. Así fue como hallé a Steve Hillard.

    La desaparición del abuelo de la protagonista, Candence, y los crípticos manuscritos que este la deja son la trama principal. Unos manuscritos que parecen haber pertenecido al famoso autor de El Señor de los Anillos, J. R. R. Tolkien. Sus palabras encierran la clave para encontrar al que ha desaparecido pero su traducción entraña muchos riesgos que parecen venir de otro mundo. Te lo he dicho todo y parece que no te haya dicho nada.  Ese es el juego de Hillard.

    El Bosque Negro es su primera novela. Una novela en el que los personajes están perdidos y tú con ellos. La tónica general del libro es el equilibrio entre la información y la ignorancia. El autor te da los suficientes datos para entender algo e ir encajando cosas, pero te oculta lo necesario para que sientas la impotencia de saber que hay acontecimientos que se te escapan.

    La mujer toma el papel protagonista y es la heroína de esta historia. Un hecho, que como bien nos recuerda Steve Hillard, no sucedía en la literatura fantástica antigua. Antigua y no tan antigua, tanto en las leyendas de antaño como los cuentos, relatos y novelas del género fantástico de hasta hace pocos años la mujer no ha tenido una gran presencia. Relegada a papeles secundarios sus actuaciones eran fugaces. Hoy en día cada vez gana más terreno, llegando a los papeles protagonistas, sobre todo en la literatura juvenil.

    Si un libro tuviera una imagen la de El Bosque Negro sería un laberinto. Un laberinto cuyas paredes encierran los ecos del estilo de Tolkien, un estilo ha sabido captar y reinventar Hillard en su novela. Un laberinto cuyas estatuas son personajes inesperados y sorprendentes. Un laberinto cuyo suelo son palabras que atrapan y engullen, aunque tal vez tengan un toque demasiado recargado.

    La búsqueda de una estética anticuada y medieval en sus palabras junto con el enrevesamiento a la hora de exponer algunas partes de la historia a veces obligan al lector a leer algunos párrafos más de una vez. Ambos detalles quedan empequeñecidos y olvidados por el ritmo rápido de El Bosque Negro, por su estética, por ser un soplo de aire fresco y por la incógnita que despierta en el lector, quien será incapaz de descifrar lo que sucederá a continuación.

    “…ver la vida de uno mismo como una narración, tanto si se preserva como si queda totalmente olvidada con el paso del tiempo, no es la peor de las filosofías.”
                                                                                (Frase del libro El Bosque Negro de Steve Hillard)

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