viernes, 26 de abril de 2013

Cita


     "Todas las verdaderas maldades nacen en estado de inocencia. Uno vive al día, y goza de lo que tiene y no se apura. Uno empieza a decir mentiras, y no quisiera decirlas, y empieza el desmoronamiento y cada día crece el peligro, pero uno va viviendo al día, como en la guerra"

                                                                               París era una fiesta de Ernest Hemingway


    "Las personas pueden ser nobles y desprendidas y tener un montón de cualidades admirables. Todo eso existe, pero el problema es que esas nobles virtudes tienden a ir y venir en la gente.
Nadie espera que un hombre de buen humor o una mujer bondadosa lo sean siempre y en todo momento.
Y, sin embargo, la gente se sorprende de que alguien que ha sido de fiar durante un mes, deje de serlo durante una hora o un día"
                                                                  La mano izquierda de Dios de Paul Hoffman

viernes, 19 de abril de 2013

¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por el ritmo? (II)



El ritmo es de vital importancia para que la persona en cuyas manos se encuentra nuestro libro no se salga
de la historia. En esta ocasión nos centraremos en dos elementos que consideramos importantes: el diálogo y las descripciones.

El diálogo es uno de los elementos más sensibles y proclives a sufrir por el ritmo. En general, sobre todo al principio, se tiene miedo de que con las palabras no baste. Miedo a que el lector no esté entendiendo el tono con que se expresa el personaje o que no le llegué claro la tensión del ambiente. ¿Cómo lo solucionamos?  
Dedicándonos  a surtir las frases con una ristra de adjetivos o detalles.  Muchas veces es un desastre.

Las normas están para romperse, eso en la literatura, cine y arte es muy claro. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta el efecto que crea el que nosotros decidamos que queremos adjetivos y detalles para que el lector no se pierda.  Veamos un ejemplo:

-Te voy a partir la cara- le advirtió con cabreo el guardia de seguridad.

Las palabras “Te voy a partir la cara” por si solas ya conllevan un significado de cierto cabreo, no hace falta que lo especifiquemos porque sería aclarar algo que ya estaba claro y interrumpiría el diálogo. Lo que el lector quiere es saber que dice el opositor.

En la vida real cuando estamos en mitad de una conversación con otra persona no estamos pensando: sus mejillas se colorearon de un rojo intenso provocado por la rabia o no piensas estaba tan cabreado que el humo le salía por las orejas o sus palabras me rompieron el corazón pero aún así le tenía que responder.  No, normalmente pensamos y percibimos que está cabreado, avergonzado, alegre,… pero como una única palabra, como una percepción rápida pues nuestra mente está en lo que nos está diciendo nuestro interlocutor. Y al fin y al cabo en la literatura buscamos la credibilidad dentro de la ficción o no ficción.

Otro aspecto muy interesante son las descripciones de las situaciones, los lugares o los personajes que nos rodean. Nos pierden las ganas de hacer llegar al lector todo aquello que se dibuja en nuestras mentes, pues para eso queremos ser escritores. Sin embargo, nunca vamos a poder expresar todo lo que quieres expresar, siempre hay un límite.

Cuando das una descripción, por ejemplo de un lugar, no puedes ir milímetro a milímetro, detalle por detalle ¡Lo harías eterno! Das las bases, las pinceladas grandes y el resto será la imaginación de quien nos lea quien lo rellene. Pues así, al mismo tiempo que estás creando un mundo para quien se sumerge en tus páginas, estás permitiendo a su imaginación hacerlo suyo también. Las películas sobre libros muchas veces nos defraudan tanto porque eliminan la imaginación del lector de la ecuación. Ya se pierde la perfecta combinación de autor-lector.

En Caos de Biblioteca nos encantaría saber vuestra opinión sobre estos temas y, por supuesto, seguimos con nuestra pregunta: ¿qué estaríais dispuestos a sacrificar por el ritmo? 

lunes, 15 de abril de 2013

Rompiendo Esquemas

Portada de America Gods
de Rocaeditorial

Se suele escuchar que en literatura ya está todo escrito y se dice lo mismo del cine. Las tramas, estructuras o bases ya están inventadas, entonces el arte debe estar en cómo combinarlas y representarlas para dejar al lector sin aliento. En eso el autor Neil Gaiman es un as.

Neil Gaiman es escritor tanto de novela de ficción como creador de comics. En esta ocasión hemos decidido centrarnos en su obra American Gods. La obra ganó en 2002 el premio Hugo, el Bram Stoker, el premio Nébula y el Locus, todos ellos en la categoría de mejor novela.

Su libro ahonda y se nutre de toda la literatura mitológica y superstición celta, africana, nórdica, estadounidense… todos los dioses del pasado lucharan con los dioses del futuro. Dioses del futuro nacidos a partir de nuestras creencias. Comunicación, informática, tarjeta de crédito, mundo,… son ideas en las que la gente cree y, al hacerlo, las ha convertido en seres poderosos. La historia se desarrollará con el telón de fondo del Estados Unidos profundo. Personajes y lugares originales, duros, amables, alegres y brutales te atraparan entre sus páginas.

Neil Gaiman convierte la literatura fantástica en algo nuevo. Un leprechaun que viste vaqueros y bebe Southern Comfort y Coca-Cola, dioses egipcios que llevan una funeraria, monedas que capturan la luna,… los dioses antiguos no son nuevos, tampoco la idea de que es nuestra creencia la que les proporciona poder, sin embargo bajo la atenta mirada imaginativa de Gaiman todo se convierte en un algoritmo nuevo en el que un viejo truco puede cambiarlo todo.

No más héroes estereotipados que en cuanto aparecen en la historia sabes que están destinados a salvar el mundo; no más acciones, aventuras o desafíos en los que conoces de sobra que el protagonista no morirá porque es precisamente el protagonista.

Lo que os propongo con este libro es un reto en el que no sabes, no te esperas, no aciertas y no imaginas a dónde te llevará.

miércoles, 10 de abril de 2013

¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por el ritmo? (I)



El ritmo lo es todo en la literatura. Personajes, entornos, acción, diálogo, tiempo ,… todo ellos conforman y crean una historia, todos ellos son esenciales. De manera individual no son nada, aunque es cierto que un mundo bien creado, innovador y sorprendente nos deja con la boca abierta y el deseo de que existiera, un personaje nos puede impresionar, marcar, sus palabras nos pueden ayudar o hacer reír,… sin embargo, por si solo no crean las grandes novelas que siempre recordamos, de las que siempre hablamos.

El ritmo lo es todo en la literatura. Cómo combinemos todos los elementos que conforman una historia la hace fácil de leer o un ladrillo que ni el mejor brazo acarrearía. El roscón de reyes está riquísimo, es uno de los dulces por los que esperamos las navidades. Por otro lado, si no están bien hechos, si el bizcocho está seco y la nata no sabe a nada, se vuelven una pasta en nuestra boca. Así le ocurre a los libros.

Leyendo el libro “Mientras escribo” de Stephen King nos damos cuenta que a la hora de escribir debemos hacerlo como si nos contáramos la historia a nosotros mismos. Si nos aburre a nosotros ya no te cuento al lector. Debemos ser oyentes de nuestras propias palabras, aprender a contarla de manera hablada, leerla en voz alta nos ayudará a ver si nos estamos estancando o damos importancia a cosas que carecen de ella.

La literatura es imaginación así que debemos combatir uno de los peores miedos de los escritores, que es no ser comprendidos. Debemos liberarnos de esta atadura dando los detalles necesarios y el resto dejando que sea la mente del lector quien vuele, ¿pues acaso no es eso de lo que se trata?

Uno de los pilares en el que el ritmo es vital es el diálogo. A veces en los diálogos nos carcome de angustia el no saber si estamos dejando claro quién dice qué y con qué sentimiento. El contexto es la clave para ello. A través de él a quien nos está leyendo le tiene que quedar claro el carácter de la escena.

Desde caos de biblioteca os animamos queridos blogueros a que nos deis vuestra opinión sobre ¿qué estaríais dispuestos a sacrificar por el ritmo?

jueves, 4 de abril de 2013

Tengo un sueño

Martin Luther King

    Martin Luther King, uno de los grandes defensores de la igualdad, murió asesinado un día como hoy, el 4
de abril 1968. Hace 45 años que perdimos a este pensador cuyo esfuerzo le llevó a ganar el  premio Nobel de la Paz en 1964.

Su esfuerzo reunió a 250.000 personas que escucharon sus palabras con los corazones encogidos. Palabras que a pesar de la injusticia racial de la época hablaban de luchar por la igualdad de manera pacífica. Una de sus frases más desgarradoras y que le describe es:

“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”

Desde Caos de Biblioteca queremos rendirle homenaje recordando sus palabras. Los discursos también son literatura. Literatura que moldeada por Luther King se convirtió en el mejor de los sueños. Un sueño que ha inspirado a muchos, que sigue haciéndolo y que continuará en el futuro.

Su influencia es incuestionable, por ello nos gustaría animaros a pensar en algún personaje literario que contenga claras trazas de este gran pensador y lo compartáis con nosotros.

                                                    Discurso: “Tengo un sueño”

Discurso leído en las gradas del Lincoln Memorial durante la histórica Marcha sobre Washington
Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.

Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.

También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.
Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.

1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.

Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo quedarán satisfechos?"

Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente".

Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.

Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales".

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad  juntos, sabiendo que algún día seremos libres.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.

Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"

Discurso leído en las gradas del Lincoln Memorial durante la histórica Marcha sobre Washington, DC 28 de agosto de 1963

miércoles, 3 de abril de 2013

¿Qué es estar vivo?

Portada de "La elegancia del erizo"
-"Porque lo bello es lo que se coge en el momento en que ocurre. Es la configuración efímera de las cosas
en el momento en que uno ve al mismo tiempo la belleza y la muerte...
Quizá estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren" 
                                                                 
                            La elegancia del erizo de Muriel Barbery