lunes, 6 de mayo de 2013

"París era una fiesta" de Ernest Hemingway

Portada del libro "París era una fista"
de Ernest Hemingway

    Imagínate poder pasear por las elegantes y sofisticadas calles de París en una época de caos y al mismo tiempo de grandes autores y pensadores. De bohemios que escribían en los cafés, buscaban benefactores entre los adinerados y luchaban por que las publicaciones de la época, periódicos y revistas, quisieran sus cuentos y relatos a cambio de unas pocas monedas.

    Uno de los grandes autores de principios del siglo XX, Ernest Hemingway, nos transporta a aquellos días. A través de sus ojos, experiencias y palabras nos adentramos en un París que acababa de vivir la Primera Guerra mundial, de un París pobre pero a la vez idealista que vive sus sueños a través de sus grandes escritores y pensadores.

     “París era una fiesta” es un cúmulo de recuerdos y vivencias de Hemingway, narradas por Hemingway, de la primera etapa de Hemingway en la capital francesa. En ellas encontramos sus encuentros con autores como Gertrude Stein, Scott Fitzgerald, John Dos Pasos,…

     Es como si París y sus escritores fueran una cebolla. Sus exteriores, monumentos y fachadas son la primera capa. La segunda la sociedad burguesa y aristocrática que dominaba con sus gustos gran parte de las artes. La tercera la clase obrera y pobre. La cuarta sus pasatiempos, acciones, pensamientos, ideales y sueños. Y en el corazón de todo los artistas y bohemios que intentaban retratar la realidad de aquello que veían y vivían.

     Cuando te enfrentas a la obra literaria “París era una fiesta” hay que saber que son un conjunto de recuerdos que tiene un hilo temporal pero no uno narrativo o argumentativo, el personaje principal, Hemingway, no tiene un objetivo claro ni una gran transformación porque es una autobiografía y como en la vida real los cambios son más imperceptibles y alargados en el tiempo.

    Por otra parte este gran escritor sabe elegir muy bien los recuerdos que nos narra, las ideas que nos quiere transmitir. Realmente te transporta a la época y puedes sentir lo que piensa. Dicen que tiene un estilo descarnado, y ciertamente en algunas partes sí, pero en mi opinión en este libro pasa por encima y sin profundizar en sus problemas con el alcohol y el juego. En el que sí profundiza algo más es en el tema de la pobreza y cómo la vivía él y sobre todo en su escritura. Deja ver algunos consejos muy buenos para aquellos que quieran escribir, como por ejemplo:

“Uno puede omitir cualquier parte de un relato a condición de saber muy bien lo que uno omite, y de que la parte omitida comunica más fuerza al relato, y le da al lector la sensación de que hay más de lo que se ha dicho”.

    Hemingway no tiene miedo de usar un “y” tras otro o un “dijo” tras otro en los diálogos ni de repetir palabras. Todos ellos elementos que de primeras cuando alguien está leyendo un escrito es lo primero que corrige. En cambio aquí quedan bien, no desentonan y van con el estilo del libro.

     En conclusión “París era una fiesta” es una obra con espíritu, alma e ideas que apasionan y enganchan. Un libro fantástico para todos aquellos que deseen ser escritores y todos aquellos que quieran acercarse al París de principios del siglo XX y a su generación perdida de autores.

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