miércoles, 10 de julio de 2013

ATENCIÓN: ¡¡¡¡personajes altamente adictivos!!!!

“¡Que se vayan todos al diablo! ¿Qué soy ahora? Un cero. ¿Qué puedo ser mañana? ¡Mañana puedo
resucitar de entre los muertos, comenzar una vida nueva!”
                                                      El jugador, Fiodor Dostoievski

Portada de El jugador.
    Nunca una cita del propio libro describió tan bien todo lo que se puede encontrar en la obra. El jugador es ese vértigo que invade al humano ante las posibilidades de ganar o perder todo.

    Fiodor Dostoievski es el autor de esta magnífica obra perteneciente al realismo ruso. Aunque todo el mundo le conoce por la novela Crimen y castigo, este es otro de sus grandes escritos. Posee tintes autobiográficos y fue precisamente su adicción al juego lo que le llevo a endeudarse hasta el punto de escribir el libro como pago.

    El jugador fue escrito en 26 días y se nota. Hay capítulos que sobran o se alargan demasiado. Capítulos que pierden ese tinte adictivo que te lleva a pasar página tras página. Sin embargo, a pesar de todo las pasas y las aguantas porque esperas y obtienes en el resto esa indudable esencia de Dostoievski.

    Y es que su estilo es inconfundible. Encontramos personajes complicados con un montón de pliegues. Personajes que no dirigen su vida, que no tienen ningún tipo de control sobre ella.  No utiliza un gran número de ellos, con unos pocos se basta para convertir algo aparentemente simple en una madeja pero que muy bien enredada. Cualquier escritor debería leerlo y estudiar a las personas que crea a través de sus palabras.

    El inglés. El papel del inglés es otro de los elementos que muestran las prisas con las que fue creada la obra. Este hombre carece de complejidad, no sabemos nada de él y siempre aparece para salvar la situación o explicar algo. Es un típico ángel de la guarda al que el autor recurre siempre que necesita soluciones.

    Fiodor Dostoievski fue uno de los principales literatos de la Rusia zarista, una Rusia despótica y aristocrática que mandaba, engullía y despilfarraba. El jugador no se queda atrás en cuanto a crítica dura y mordaz a esta aristocracia demasiado creída.

    Una gran obra de ritmo rápido que engancha y sorprende a cualquiera.

“¡Que se vayan todos al diablo! ¿Qué soy ahora? Un cero. ¿Qué puedo ser mañana? ¡Mañana puedo resucitar de entre los muertos, comenzar una vida nueva!”

                                                                                    El jugador, Fiodor Dostoievski

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